Hoy en día, tanto el bienestar como la salud son una de las grandes preocupaciones de la sociedad. Los posibles contratiempos que puedan aparecer durante la vida, o el propio desgaste de las personas al envejecer produce bastante inquietud.
Un accidente, una enfermedad o incluso el devenir de la vida pueden hacer que una persona pierda su autonomía para valerse por sí misma, y produzca lo que se conoce como un estado de dependencia.
Para ayudar a estas personas hay un instrumento legal sin precedentes: la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia.
Esta legislación sirve de respaldo a este colectivo , ya sea a través de ayudas económicas o asistenciales. No obstante, la crisis y otros factores ocasionaron recortes que disminuyeron dichas ayudas hasta casi hacerlas insuficientes e incluso a veces inexistentes.
Los cuidados requeridos pueden alcanzar cifras considerables de dinero por la necesidad de asistencia permanente y la compra de ciertos artículos o accesorios médicos básicos para su vida diaria. Aquí es donde entran en juego los seguros de dependencia.
Es un seguro personal que se encarga de dar al asegurado una protección que cubra las necesidades que puedan surgir si sufre alguna limitación, física o psíquica, que le imposibilite hacer actividades básicas. De este modo, el asegurado tendrá que tener reconocido legalmente que está en una situación de dependencia.
En tal caso, el seguro se encargaría de proporcionar una prestación de servicios y/o una indemnización que cubra las necesidades del asegurado como, por ejemplo: contratar un cuidador, recibir asistencia sanitaria, adquirir los artículos o aparatos médicos que sean necesarios, etc.
Este tipo de seguro lo puede suscribir cualquier persona hasta cumplir unos límites de edad máximos, normalmente entre los 70 y los 75 años, con una edad de renovación máxima de 85 años. Como todos los seguros, ha de contratarse antes de que se haya dado el siniestro, que sería la declaración de dependencia.
El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad aplica tres grados como reconocimiento del grado de dependencia:
Implica la necesidad de ayuda para llevar a cabo diversas actividades básicas de la vida diaria como mínimo una vez al día o que el afectado tiene necesidades de apoyo intermitente o limitado para su autonomía personal.
Conlleva la necesidad de ayuda para hacer varias actividades básicas de la vida diaria al menos dos o tres veces al día, sin requerir el apoyo permanente de un cuidador, o tiene necesidades de apoyo extenso para su autonomía personal.
Si se necesita ayuda varias veces al día y requiere del apoyo continuo de otra persona o tiene necesidades de apoyo generalizado para su autonomía personal a causa de su pérdida total de autonomía física, mental, intelectual o sensorial.
Para saber el grado de dependencia se debe solicitar en los servicios sociales del lugar de residencia, siendo un equipo de profesionales el que valore la situación. Tras haber sido reconocido el grado de dependencia, el seguro se encarga de indemnizar según lo contratado en la póliza.
Aunque la cobertura principal de estos seguros es la indemnización en forma de renta o capital, también se complementan con otras coberturas dirigidas a la asistencia:
Se da si la persona alcanza los grados más altos de dependencia (II y III) y su cuantía variará en función de dicho nivel: cuanto mayor sea, mayor indemnización se recibirá porque deberá afrontar más gastos.
Además, el asegurado puede, cuando contrata la póliza, la manera en la que quiere percibir la indemnización: en forma de capital (pago único) o de renta vitalicia (mensual, trimestral…).
Es un complemento a la indemnización, si bien también puede dirigirse a los dependientes de grado I. Asimismo, también se incluyen hijos, padres o cónyuges.
Es una cobertura sin límite que da atención telefónica al asegurado y a sus familiares para resolver dudas sobre temas médicos, sociales, psicológicos, nutricionales, jurídicos, etc.
Permite un uso ilimitado y proporciona prestaciones como la atención al asegurado ante posibles urgencias, un servicio de información a los familiares y otro de apoyo y orientación. También ofrece un seguimiento personalizado del asegurado y otras garantías como recordatorio de medicación y otros avisos.
Se puede solicitar que una persona acuda a su domicilio para ayudar con las tareas del día a día: cuidados físicos y atención personal, acompañamiento para las visitas médicas u otras circunstancias, limpieza y cuidado del hogar, asistencia y vigilancia nocturna u otro tipo de tratamientos.
Ahora bien, no puede solicitarse ilimitadamente, sino que dispone de un límite de horas anuales, fijado por cada aseguradora.
Además de los beneficios asistenciales e indemnizaciones que ofrecen los seguros de dependencia, la contratación de estos también ofrece ventajas en el ámbito fiscal, debido principalmente a que, al momento de realizar la declaración de la renta, se pueden desgravar las aportaciones por prima que se hayan realizado.
Asimismo, los asegurados también pueden gozar de este beneficio si deciden contratar esta cobertura dentro de su seguro de vida, que además de estas ventajas, suelen ofrecer otros servicios y prestaciones relacionadas con el área fiscal.
Teniendo en cuenta los cambios que la vida puede generar, tanto en las actividades como en las finanzas, un accidente o enfermedad al limitar la autonomía personal, es importante revisar opciones atractivas como los seguros de ayuda a la dependencia.
Sea como fuere, si se necesita la ayuda de un experto, en Asesorae podemos aconsejarte sobre los mejores seguros de dependencia sin ningún tipo de compromiso.
