A veces una oportunidad, a veces un dilema. Ahora bien, esta cuestión se ve con otros ojos cuando es uno quien debe decidir, especialmente si somos autónomos y una empresa nos propone trabajar para ella como asalariados.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la definición de los trabajadores por cuenta ajena es la siguiente:
Aquellas personas que trabajan a cambio de un sueldo, salario, remuneración, comisión o cualquier otra retribución en metálico o en especie, para un empresario (persona física o jurídica).
Veamos a continuación los beneficios e inconvenientes de trabajar como empleado.
No hay una respuesta exacta, ya que no todos los autónomos están en la misma situación. Así las cosas, lo mejor es comparar ambos casos.
Como asalariado trabajas para otro y dependes de él. No tienes libertad para organizar tu trabajo como quieras y siempre estarás subordinado a la empresa, a sus reglas y jerarquías.
Como autónomo eres tu propia empresa, así que gozas de todas las libertades de las que carece un empleado.
Como empleado, cobras a fin de mes, cada mes. Como autónomo… nunca se sabe.
De acuerdo con la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA), el 37,8% de los autónomos sufre morosidad.
En otras palabras, no cobran dentro del plazo legal (un máximo de 60 días desde la prestación del servicio o entrega del bien).
Como asalariado solo tienes que preocuparte por tus deudas personales (si es que las tienes).
Ahora bien, como autónomo es diferente porque las deudas las tendrás que afrontar con tu patrimonio personal.
Como empleado, hay más estabilidad, ya que los ingresos son fijos. Eso sí, puedes renegociar el salario con tu jefe cada año, pero nunca verás un aumento mensual si a la empresa le van bien las cosas.
Como autónomo, hay más incertidumbre, puesto que los ingresos suelen ser variables. Si tienes una buena racha, los ingresos pueden incluso aumentar cada mes.
Como autónomo, en teoría, te dedicas a lo que te gusta y mejor se te da. Así, se puede hablar con propiedad de realización y satisfacción personales.
Esto no significa que como asalariado no puedas sentirte realizado, sobre todo si hay cierta autonomía y cuando la empresa ofrece opciones de promoción y crecimiento profesionales.
Como empleado, los riesgos son mucho menores, puesto que no debes tomar decisiones tan trascendentales ni tener que responder con tu patrimonio personal.
Como autónomo se asumen más riesgos. Esto es inherente a un emprendedor, ya que si las cosas marchan bien, no pasa nada, pero si se tuercen, podría llegar a afectar a tu patrimonio personal.
Como asalariado, el pago se reparte con la empresa, que paga más proporción.
Como autónomo, tienes que hacerte cargo del pago de todas tus cotizaciones.
Un empleado y un autónomo tienen acceso a casi las mismas prestaciones de la Seguridad Social.
Una diferencia es que el asalariado puede cobrar el paro, pero el trabajador por cuenta propia tiene el cese de actividad (el “paro del autónomo”), si bien acceder a esta prestación no es sencillo.
La cuantía también es la misma si cotizan por la misma base, por lo que hay una diferencia: los autónomos suelen cotizar por la mínima, así que terminan recibiendo prestaciones mínimas.
Eso sí, si eres autónomo y te beneficias de la tarifa plana, no tienes derecho a cobrar el cese de actividad, ya que no cotizas por dicho concepto.
Así las cosas, si quieres recibir una prestación equiparable tendrás que cotizar más, lo que significa más gastos y menos ingresos.
Como autónomo, a menos que te ayude una asesoría de calidad como Asesorae (desde tan solo 38€ al mes), tendrás que hacerte cargo de tareas administrativas y de gestión que como empleado no sabes ni que existen.
Un autónomo y un empleado son personas físicas, por lo que su trabajo tributa por el IRPF. Al ser un impuesto progresivo, cuanto más se gane, más se paga.
Por otra parte, ya que muchos autónomos realizan actividades sujetas a IVA (que grava el consumo), son los consumidores quienes pagan este impuesto. Así, como autónomo solo hay que declararlo a Hacienda.
Realmente, la diferencia fiscal son los gastos deducibles, dado que los autónomos se pueden deducir los gastos ligados a su actividad: pueden recuperar el IVA de sus gastos y desgravarse del IRPF otros (relacionados con su actividad).
Ahora bien, como asalariado se tiene derecho a algunas deducciones en la declaración de la renta, pero sin el alcance ni relevancia de los gastos deducibles de los autónomos.
Al considerar ser autónomo, o seguir siéndolo, hay que valorar el potencial de ahorro de dichos gastos.
Teniendo en cuenta que se estima que ser autónomo conlleva un ahorro potencial medio de 4.000€ anuales… ¿no dan ganas de serlo o continuar siéndolo?
Sea como fuere, si tienes algún tipo de duda, contacta con nosotros para que te asesoremos sobre si te compensa que te contraten como empleado si eres autónomo.
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